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El Salto…

¡¿DE DÓNDE VIENEN LAS DECISIONES?!

¿Qué creé usted?

Sus palabras, sus sentidos y sus historias, tienen sitio en su maleta del futuro, también tienen espacio en su bolsa del pasado, y CLARO, tienen lugar para hoy… Para este instante-instante. Y sí, le sirven para DECIDIR.

Hay veces en que “alguien”, la escuela, la familia, la religión, o quienes nos aconsejan (sí, la gente en general), nos dice o nos indica que al pasado no hay que tomarlo muy en serio y no instalarnos en él, ya que no sirve ni para tomar impulso… Aunque eso puede ser muy relativo. Según yo, el pasado sirve para contemplar lo que uno u otros han hecho ¿o no? Otros podrán decir que el futuro no sirve, es pura especulación, e igualmente, eso puede ser muy relativo. “Futurear” nos puede ayudar para construir, para desear, para proyectar ¿verdad? Y claro, para la gran mayoría, el presente es sagrado y es lo más importante, aunque, también, tiene su buena dosis de relatividad.

“Futurear” nos puede ayudar para construir, para desear, para proyectar.

Todo importa y todo es relativo para lograr saber: ¿Qué es lo que te ayuda a DECIDIR? ¿En qué momento eliges? ¿Qué fue lo que te indicó hacerlo?

A veces, cuando quiero DECIDIR y no lo logro, me digo: ¡Basta, no quiero ejecutar el aniquilamiento masivo de mis deseos, de mis necesidades, de mis esencialidades, en ese frío e inmisericorde paredón del no decir, del no pedir! Aunque… ¿Cuáles serán mis deseos o porqué tendré esos deseos? ¿Cuáles serán mis necesidades y a qué se debe que las tenga? ¿Cuáles serán mis esencialidades y de dónde vendrán, a dónde apuntarán?

Independientemente de que tus decisiones apunten hacia las seguridades que quieras obtener y que éstas traten de marcar el ritmo habitual de tus conductas, yo, con todas mis historias, mis dudas y mis certezas, con todos mis miedos y mis arrojos y con todas mis vivencias, creo que puedo marcar el rumbo de mis DECISIONES. Más allá de todo lo que me ha formado, más allá de toda ideología y… más ACÁ, con mis instintos, pulsaciones y respiraciones. Sí, con toda la magia y razón primaria del ser que es… nada menos, pero nada más que: ¡VIVIR! Sí, en efecto, más allá de toda ideología. Aunque también, el rumbo de nuestras decisiones muchas veces lo fija la cultura, por lo que aprendes, por lo que haces para vivir.

Puedo marcar el rumbo de mis DECISIONES.

Y bueno, para eso de las DECISIONES, basta con empujarlas un poquito, basta con permitir que rueden las canicas por el piso para que se genere el movimiento, basta con nombrarlas con un poco de ilusión, o con magia o con deseo, para que estas cosas o los sucesos adquieran otra dimensión y te instales justo y listo en el terreno de los despegues, justo en la plataforma que te impulse para llegar a acariciar con tus dedos las estrellas o a contemplar la esperanza infinita del Arco Iris en el techo de tu recamara, ja.

Pero así como se pueden contemplar movimientos, también se pueden contemplar dudas o “Pausas Necesarias” ¿Necesarias? Sí, fundadas y anquilosadas en esa educación familiar que nos contempla, que nos inmoviliza. Instaladas en esa tradición que se adormila en un sillón o que se guarda en un cajón. Esa tradición o esa costumbre que nos marca culpas y prudencias y que, a veces, reveladamente tratamos de derribar, pero que por lo general no nos demos cuenta. No muchas veces estamos conscientes de ese estatismo y de esa sutil penetración de “la cultura” que nos obliga o nos indica qué rumbos o qué estilos elegir.

“¿Por qué hago lo que hago, independientemente de mí, de dónde vienen las decisiones? Solamente se necesita trastocar el orden común de las cosas, salirse un poco de la rayita y, como decía ese gran escritor indigenista Fernando Benítez, “alterar el ritmo usual del mundo”, darle otras dimensiones y nombrar nuevamente las cosas y los deseos, para generar el movimiento, las alternativas y las opciones. Las palabras sepultadas en tu pensamiento pueden realmente aniquilar los impulsos y las acciones. Las impresiones que captamos de la vida generan percepciones y sensaciones, las formas que tenemos para entenderlas se encuadran en una rígida estructura llamada cultura, que muchas veces proyectan los impulsos hacia moldes prefabricados de costumbres, de tradiciones, de formas que se instalan y se insertan -en la mayoría de los casos- dentro de algo que llamamos “el bien y el mal”; “en el ser y en el deber ser”; en ideologías parciales o absolutas que delimitan la acción y el pensamiento.

¿Por qué hago lo que hago, independientemente de mí, de dónde vienen las decisiones?

Las sensaciones y las percepciones irrumpen, se animan, cobran un tono o un color a veces diferente al que esperábamos, su matiz, su aspereza, su profundidad, su relieve o su dramatismo, te pueden hacer desear obtener el anhelado entendimiento y llegar a una decisión que te haga obtener tus propias seguridades. El temor y la nostalgia del alma viven dentro de un círculo sagrado, pero vicioso, ya que se alimentan de la inmovilidad. La costumbre, esa corteza dura de vicios y supersticiones que nos ata de pies y manos, es la eterna conducta aferrada para la preservación de la vida, contenida y limitada, pero “más segura”.

Todos vivimos en un proceso de elección constante, entre opciones diversas, entre afirmaciones y negaciones, sabiendo que cada DECISIÓN que tomamos, sacrifica una pluralidad de alternativas. Y claro, intervienen los sonidos, los aromas, las texturas, los gestos, los miedos, las tristezas, las alegrías, las formas de caminar, la historia, la cultura y en la medida en que seamos capaces de sentirnos y de aceptar lo que tenemos enfrente y en la mente, y no descartemos posibilidades, podremos hacerle caso a nuestras percepciones y no simular decisiones, aunque, me temo que a veces no se sabe cuál es el momento más adecuado, porque he descubierto que en la mayoría de estos casos mundanos, el momento llega sólo y nos envuelve, él lo selecciona. Realmente no se sabe cuál sea el momento preciso para tomar DECISIONES, y mucho menos poder saber cuáles sean las correctas. ¡Ah! ¿En qué momento eliges?  ¡¡En qué diminuto momento decidimos!! ¿En qué fragilidad nos movemos, para lograr detectar esencialidades?

Nos llevan a la satisfacción plena, a la cima del mundo, a la cúspide del universo, en donde todo es apertura y maravilla.

Las DECISIONES, algunas veces, son voces enterradas que vienen de la noche, a sacrificar las emociones, a detener el movimiento o a suspender algo que se está fraguando. Otras veces, son ráfagas de sensaciones que se filtran por grietas del alma, que se cuelan por rendijas diminutas y salen al viento enloquecido. Son caballos galopando que brincan obstáculos insospechados y a veces se caen en el vacío y se desbarrancan, llevándonos a lo hondo más hondo… Pero a veces, ¡Uy! También nos llevan a la satisfacción plena, a la cima del mundo, a la cúspide del universo, en donde todo es apertura y maravilla. Ahhhh ¿De dónde vienen las DECISIONES?

Un abrazo.

Enrique.

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